En aquellos años la juventud de Cades compró un tocadiscos y unos cuantos discos. Vicente, el del bar, nos dejaba ponerlo en su casa y poder bailar en la plaza.
Y una tarde que yo estaba bailando con mi marido noté que a la falda que traía se le había roto la goma de la cintura. Yo le dije que me sujetara la falda que se me iba a caer, y mientras, me quité la chaqueta para atarmela a la cintura.
Pude ir a casa de mi tía, que vivía un poco más allá, a coserme la goma para solucionarlo.
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