sábado, 30 de abril de 2022

QUERIDA MARI, de Mari Obeso

 

Te acabas de levantar y te veo sentada en la cocina en una silla de madera. La cocina de leña ya está encendida. Vas a desayunar café con leche y vas a mojar trozos de pan.

Después, te lavas la cara en una palancana de porcelana blanca y te vistes. Una falda de cuadros con un jersey de lana y unas medias hasta las rodillas. Con tu peine de puas te peinas los rizos alborotados.

Sales a la puerta y está lloviendo. Te pones tus albarcas y te diriges al colegio. Hoy no llevas los deberes hechos y la profesora te va a castigar, te pondrá de rodillas delante de su mesa. Ella se lo dirá a tus padres, que, muy enfadados, terminarán pegándote. Y te pondrás a llorar, desolada, porque ellos no han querido contar la verdad. Tu sabes que no hiciste los deberes porque al salir de clase tus padres te mandaban a casa de un tío, que era el dueño de la tienda del pueblo, para hacer todas las labores de su casa y ayudarles con sus hijos. Por eso no te daba tiempo a hacer los deberes.

Creo que en mi infancia he aprendido grandes lecciones.

DETALLES DE LA NIÑEZ, de Meli Dosal Acebo

 

Yo nací en una familia de 5 hermanos. Mis padres vendían el pan que traían en una furgoneta. Cuando teníamos unos 7 años, nos tocaba ir a buscarlo en un saco a Puente El Arrudo. Y unos dos años más tarde recuerdo que lo llevábamos a pie hasta Bielva.

También me tocó cuidar las vacas y las ovejas con una hermana mayor. Un día me descuidé y una vaca me levantó a un peral con los cuernos.

Cuando cumplí 14 años me fui a Santander a trabajar a una casa y volví dos años después. 

Desde que volví no he parado de trabajar en el campo.

LA NIÑA QUE FUI, de Fidela Díaz García

 

En mi infancia comencé pronto a trabajar. Éramos 6 hermanos y yo era la más pequeña. Cuando empecé a ir a la escuela éramos tantos niños que, a veces, no había suficientes asientos y nos teníamos que sentar en el suelo. Me acuerdo que muchos niños iban descalzos, aunque yo nunca fui descalza. Hice la Primer Comunión con un camisón y unas alpargatas con suela de esparto.

Después, cuando salíamos de la escuela, nos íbamos a las cabras o a preparar leña. No teníamos mucho tiempo para jugar.

miércoles, 27 de abril de 2022

"AMIGOS" DE JUEGOS, de Marta Dosal Díaz

 

 Curro era el nombre de un perro que tenáimos en casa de mis padres y que se convirtió en el compañero de juegos de mi hija Eva. Por problemas de nacimiento, nos dijeron que Eva no andaría, y ese año decidimos venirnos a pasar las vacaciones al pueblo. Como no andaba, la estirábamos una manta en el pasillo de casa y allí se pasaba la mañana con el perro. Entonces era un cachorro, y la niña le tiraba del rabo, le mordía las orejas y cuando ya le hartaba se iba a dar una vuelta. Pero, al momento, ya estaba otra vez con ella. Recuerdo que teníamos un coche y no dejaba subir a nadie que nos fuéramos nosotros. Cuando nos íbamos, a veces, bajaba detrás del coche hasta El Arrudo.

JUGANDO CON PERROS, de Eva Sánchez Dosal

 

 

Eva tenía un perro que se llamaba Curro 

y le gustaba mucho jugar con él cuando era niña.

DE CERRAOS, FERIAS Y TABERNAS, de Luisa Barrio Acebo

 

Mis padres tuvieron una vida muy dura. Trabajaron mucho para sacarnos adelante. Fuimos cinco hermanos, de los que aún vivimos dos.

Por los años 50, me acuerdo que teníamos un “cerrao” con cuadra, “prao”, huerto, frutales, cinco vacas, una mula y un burro. Los días que no íbamos a la escuela nos bajábamos al “cerrao” de la vega con la comida, y allí pasábamos todo el día trabajando. Por la tarde regresábamos a casa y nos dejaban salir a jugar un poco con los demás crios del pueblo. Luego cenábamos... y a la cama.

Recuerdo a mi padre en un rincón de la cocina, sentado junto a un tronco de madera donde les hacía sandalias de cuero a mis hermanos; también remendaba cacharros y con los botes de tomate vacíos nos hacía tanques para tomar la leche. Mi madre bastante tenía con arreglar la casa, lavar y coser. Yo le ayudaba para aprender.

Durante un tiempo mis padres cogían un carro y la mula y se marchaban a las fiestas. Mi madre ponía un puesto y vendía caramelos y algún juguete. Y mi padre se inventó una caseta de tiro que se llamaba "El Avión". Consistía en un cajón pequeño que lo sujetaba en alto. El cajón tenía unas puertas con una diana que cuando acertaban con la escopeta de perdigones se abría y caía un avión que tenía un petardo en el morro. Bajaba por un alambre hasta el suelo y allí estallaba. No recuerdo lo que cobraba por cada tiro, pero los premios solían ser caramelos, tabaco, juguetes.

En algunas fiestas no venían a dormir porque se quedaban a las verbenas. Entonces nos cuidaban mis dos hermanos mayores o los vecinos.

En otro tiempo mis padres pusieron una taberna. Mis hermanos iban por los pueblos a vender comestibles con el burro y la mula. Yo solía ir a pie por el monte hasta Camijanes a repartir el pan en con un saco. También íbamos a Cades, Otero y Casamaría. También llevábamos comida cocinada a los que plantaban el monte, o también recuerdo, cuando tenía unos 12 años, que le llevábamos la comida a la Guardia Civil, cuando estuvieron acampados en el Prao de Ribota. Eran 4. Estaban allí vigilando a Juanín y Bedoya hasta que murieron.

A los 14 años mis padres me mandaron a Barcelona con una tía. Mi padre me acompañó hasa Camijanes donde me esperaba un matrimonio que me llevaría con ellos. Recuerdo que el camino hasta que llegué a Camijanes, mi padre me daba consejos de lo que no tenía que hacer, como robar en las casas o coger caramelos, porque decían que podían tener drogas.

No se me olvidará que se echó a llorar diciéndome que no querían echarme de casa, que lo hacían por mi bien. Mis hermanos también terminaron yéndose del pueblo y a todos nos fue bien. 

Gracias papás.

sábado, 23 de abril de 2022

DOS HISTORIAS CON... LOBO Y DESENLACE

 Las participantes del Taller no solo aportan directamente los textos que escriben ellas o los que recogen de la tardición oral, sino que, de vez en cuando, también se animan a recopilar las historias de otros vecinos. En este caso, Mari Obeso nos ha traído un par de historias que Ambrosio Díaz Vigil le ha ido dictando... a la carrera, según dice...

 

Dicen que iba un burro por el bosque y se encontró con el lobo. El burro le dijo: "hombre, no te metas conmigo, que te voya llevar a un lugar donde hay un buen rebaño de ovejas”.  Pero por el camino se puso a llover y se metieron en una cueva. Estuvo lloviendo 2 o 3 días sin parar. El burro asomaaba de vez en cuando y comía alguna yerbuca de alrededor. Y el lobo seguía esperando, hasta que un día se acercó y le dijo al burro “ Qué cara de oveja se te está quedando”
 


Una vez, un barquero tenía que pasar un río en barca con una cabra, una berza y un lobo. Pero no cabían más de dos y había que ver como se arreglaría para que no se comieran uno a otro, así que no podía juntar la cabra con la berza, ni el lobo con la cabra. Pasó la cabra dejando al lobo y la berza. Volvió para coger al lobo y lo pasó, pero alli cogió la cabra y la volvió donde la berza y la dejó allí.  Llevó la berza a donde el lobo. Y ya solo faltaba volver a por la cabra.



CANCIÓN DE CORRO

 

Entre las muchas canciones que, sguramente, habéis usado en los juegos d ela infancia, Mari nos recuerda esta que se cantaba durante el corro. 

 

Mi abuela tenía un peral

cargado de peras finas

y en la ramuca mas alta

se posó una golondrina.

Por el pico echaba sangre

y por la cola decía:

 que tontas son las mujeres

que de los hombres se fían.

DANZARINES, de Eva Sánchez Dosal

 Eva también nos ha aportado su propia visión sobre los bailes tradicionales 

que se celebran en algunas fiestas de Cades


LA FIESTA DE LAS MARZAS, de Teresa Dosal díaz

 

Las Marzas es la fiesta que más me gusta. 

Se pedían desde hace muchos años, aunque ha habido un periodo que no se han pedido. 

Cuando se recuperó la tradición las pedían los hombres, y después ya nos hemos unidos las mujeres y los niños. Se piden siempre un sábado por la tarde del mes de marzo. 

Se aconseja vestir con camisa de cuadros, boina, vara de avellano y un pañuelo rojo al cuello. Algunos, además, llevan albarcas y escarpines, y una bota de vino para beber por el camino. 

Nos reunimos en la plaza sobre las 6 de la tarde y nos acompañan unos gaiteros, y tiramos cohetes. Tenemos la costumbre de sacar una foto de todos juntos que, hace unos años, solía aparecer en el diario Alerta.

Se comienza el recorrido por todas las casas, en las que se pregunta si quieren que se cante o se rece. Normalmente se canta, pero también hay alguna en la que se reza.

Cuando se acaba el recorrido se suele poner un aperitivo para picar todos los que han ido de marceros y los gaiteros. Con el dinero que se obtiene (antiguamente se recogían productos, morcillas, chorizos...) se organiza una comida. Hace tiempo era una cena, pero como últimamente se reune más gente mayor se decidió hacer una comida a mediodía a la que, generalemte, va a comer mucha más gente que a pedirlas. Cuando había bar se hacía allí; pero ahora vienen una gente que hace unas paellas y lo traen ellos todo. Después se pone música y pasamos la tarde: unos bailando, y otros mirando como bailan.

VAYA FIESTA, de Marta Dosal Díaz

Tengo un baile en mi recuerdo que aunque hayan pasado 53 o 54 años parece que lo estoy viendo según lo escribo. 

En aquellos años la juventud de Cades compró un tocadiscos y unos cuantos discos. Vicente, el del bar, nos dejaba ponerlo en su casa y poder bailar en la plaza. 

Y una tarde que yo estaba bailando con mi marido noté que a la falda que traía se le había roto la goma de la cintura. Yo le dije que me sujetara la falda que se me iba a caer, y mientras, me quité la chaqueta para atarmela a la cintura. 

Pude ir a casa de mi tía, que vivía un poco más allá, a coserme la goma para solucionarlo.


miércoles, 13 de abril de 2022

JUGAR FUE COSA DE NIÑOS

 

No hay nada más vital en la infancia que el juego. Y eso siempre deja huella en nuestro recuerdo. Por presencia y por ausencia también. Hemos dedicado algún rato a intentar recordar cómo y a qué jugaban los niños de Herrerías hace muchos años.

La primera sensación es que los juguetes eran prácticamente unos desconocidos, y los que habían eran de manufactura casera o artesana: algún padre o madre que confeccionaban muñecas, carros, utensilios de cocina para jugar... Y otras veces eran los propios niños los que terminaban reuniendo un montón de trapos y sacos para tener un "balón" al que darle unas patadas o mucha imaginación y cuatro telas para dar vida a un garojo de maiz y convertirlo en una preciosa muñeca. A veces, nos han contado que solo era cuestión de imaginación, y que para jugar a “las casitas” bastaban cuatro piedrecitas, unas hojas y alguna ramita bien elegida para que aparecieran sobre el suelo una vajilla que daba de comer, sobre todo, a la fantasía. 

También había juegos colectivos: un juego del pañuelo en un corro de niños sentados en el suelo, un juego con una pelota que se desarrollaba siguiendo el protocolo de una canción que decía “arriba... abajo... y a la vuelta el tajo”, el escondite,  las eternas canicas, el juego de la comba con una ramita larga de bimbria... Había uno que recuerdan especialmente que era como un escondite en grupos, en dos equipos; unos se marchaban a esconderse y cuando ya se creían a salvo coreaban “Tres navíos en el mar...” a lo que el grupo perseguidor contestaba “otros tres en busca van”, y esa era la señal de su partida a la búsqueda. Las carreras de niños por todas las calles del pueblo debía resultar un espectáculo que ya pocas veces puede verse.

Ya hemos visto que en aquellos tiempos todo podía servir como elemento de disfrute. Parece ser que en Cades, se aprovechaba “la riega” que cruzaba la plaza como elemento “fronterizo” para determinados juegos, ya fueran con o sin pelota. Le llamaban... “jugar a la raya”.

Uno de los recuerdos que mantienen en los tres pueblos de nuestros participantes era la aparición de la televisión como parte del ocio. Generalmente, el presupuesto no daba para tener ese aparato en casa y solía estar en los bares o los locales donde se reunían. Algunos acudían a ver series o películas (alguien recordaba a Ironside y Bonanza) y otros solo iban cuando se congregaban para asistir a alguno de los eventos y retransmisiones especiales: Eurovisión, alguna corrida de toros, los partidos de la selección española de fútbol... El aparato de televisión (siempre se veía la imagen con nieve, comentaban) se encontraba en un espacio cerrado, independiente del resto del local, y allí solo se accedía previo pago de 1 peseta... televisión de pago, ¡cómo ahora !

 

Han participado en esta recopilación

 Marta, Puri, Eva, Tere, Fidela, Mari, Meli, Mercedes, Luisa, Marga, Lola, Ana, Nucu, Rosa, Encarna, Isabel, Yolanda... 

 

martes, 12 de abril de 2022

El Sagrado Corazón y un agradecimiento, de Isabel López

Aunque llevo 35 años viviendo aquí, mis primeras visitas a Bielva vinieron de la mano de dos hermanas que durante años mantuvimos una buena amistad; estas son Mariles y Rosa. Aquí fui muy bien acogida, y a raíz de las visitas a estas amigas conocí al que hoy es mi marido, Luis.
Esto me sirvió también para descubrir alguna de las tradiciones de nuestro pueblo. Una de ellas, que me impactó mucho, fue cuando vi el Sagrado Corazón de Jesús

Esos días el pueblo se viste de fiesta, los niños hacen la primera comunión, y en distintos puntos de la calle se ponen altares. En aquella época solo se hacían con niños, pero hoy en día ya se reunen niños y mayores en altares vivientes que representan pasajes de la Biblia. Al verlo por primera vez te recorre por el cuerpo una sensación entre emoción e incredulidad al ver a los niños que ni tan siquiera parpadean. Ibamos por la calle y llegamos a uno tan real que la emoción se convertía en lágrimas, como era el de Jesus Crucificado. Esa es una imagen que nunca se me ha borrado de mi retina, y a día de hoy me sigue emocionando.
Gracias a mis amigas he vivido momentos que siguen presentes en mi recuerdo y que ya nunca olvidaré en la vida. Algunas veces el destino nos pone en nuestro camino a amigos que son una suerte. Y a veces la vida nos distancia de los amigos, pero por suerte, seguimos estando en contacto. 

Es curioso que aquellas amigas no vivan aquí ahora, y yo, que no soy de Bielva, llevo ya 37 años aquí. Es mi pueblo de adopción y seguiré aquí hasta que un día diga adiós para siempre. Solo puedo dar las gracias a mi amiga y al pueblo de Bielva por la acogida que me han dado.

Muchas gracias al pueblo de Bielva y a todos los vecinos.

LA CUSTODIA DE BIELVA, de Ceferino Sánchez

 

La Iglesia de Santa María de Bielva es un edificio de origen gótico, que sufrió importantes reformas en época barroca. En su interior se encontraba una magnífica custodia que, actualmente, se halla en el Museo Diocesano Regina Coeli de Santillana del Mar.

Hay estudios de algunos historiadores que aseguran que esta pieza fue traída por Domingo Pérez Inclán, caballero de Calatrava.

Domingo Pérez Inclán nació en Bielva en 1671, y de allí partió para Indias. Fue nombrado comisionado en 1719 para acompañar al Virrey y Arzobispo Diego Morcillo en su entrada en la ciudad de Cuzco. Dos años más tarde fue nombrado alcalde de este lugar, teniente de capitán general de la Provincia de Chumbivilcas y Corregidor de Carabayas en Perú.

En 1730 regresó a España, ingresando en el Consulado de Cádiz. Debió ser entonces cuando trajo consigo la custodia que terminaría remitiéndola a su tierra natal.

La Custodia está realizada en plata sobredorada con incrustaciones de esmaltes coloreados de azules, verdes y beiges, todos ellos en forma geométrica. Posee una grandes molduras salientes y sobrepuestos de cabezas de ángeles esmaltados. El elemento más sobresaliente es su magnífico sol. 

Las características formales de la custodia de Bielva la aproxima a otra importante obra de la platería cántabra: la custodia de la Catedral de Santander, obra de finales del siglo XVII atribuida al platero de Cuzco Luis de Lezana”el menor”, activo hasta 1690. Eso ha supuesto que se considera la posibilidad de que este mismo artista fuera el responsable de ambas custodias.

El paradero de la pieza ha sido un ir y venir de una a otra casa de algunos vecinos y muchos han sido los encargados de guardarla. Mi madre comentaba que ella sabía que la custodia ya estuvo metida en una cesta de casa de una vecina llamada Mari Luz hace más de 100 años, hasta que un párroco, don Lino, se la llevó a la Iglesia. Pero a este hombre y a su sobrino les mataron los rojos en la Guerra Civil, aunque un poco antes para protegerlo, se la entregó a su primo Paulino. Paulino la enterró cerca del invernal del Sedo y se lo contó a algún vecino por si le pasaba algo que supiera que estaba allí.

Pero Paulino no se fiaba de tener aquello tan a desmano y al final se la llevó a casa y la guardó en la cocina, metida en un fogón hasta que terminó la guerra.

Como Bielva, hasta 1956, pertenecía a la diocesis de Oviedo tuvimos un cura que vino de allí, don Manuel, y se hizo cargo de la custodia. Tanto cuando Bielva fue diócesis de Oviedo como cuando pasó a ser de Santander, la pieza ha sido requerida por ambas, pero lo hemos evitado los de Bielva. Don Manuel no la prestó demasiada atención, y la tenía encima de un mueble en la sacristía. Pero el siguiente párroco, que vino de más cerca, de Labarces, sí que la valoraba y lo veía tan valioso que se planteaba qué hacer con esa joya. Alguna vez declaró que él era de la opinión que lo mejor sería venderla para dar de comer a los pobres, pero el pueblo de Bielva se negó a hacerlo. Un maestro de entonces, Javier, que se quedaba en casa de mi hermana, la recogió y la guardó un tiempo, hasta que mi hermana decidió llevarla a casa de mi madre para quitarla de en medio. Y allí estuvo hasta que Enrique Campuzano intentó llevar la custodia a Sevilla en el año 1992, pero ante tal hecho, los vecinos volvieron a decir que no, porque sabían que si salía de Bielva no volvería. Era tal el interés por la custodia que se hizo un reportaje fotográfico con todas sus características para evitar que se perdiera.

Al final, para su mejor conservación, se llegó a un acuerdo para llevarla a Santillana, con la obligación de traerla a Bielva en las dos fechas más señaladas del año: la celebración del Corazón de Jesús y la Misa del Cristo Chico.

viernes, 8 de abril de 2022

LA NOCHE EN VELA, de Fidela Díaz García

 

Una noche de Viernes Santo de hace casi sesenta años fuimos a velar al Santísimo a la Iglesia de Cades como era tradición.

Nos quedamos las chavalas y chavales hasta media noche. Los chavales se fueron a la tienda a buscar unas botellas de moscatel y unas galletas. Después de tomar la mistela acabaron todos en el altar. Algunos se vistieron de cura y entonces nos casaban a unos, y nos confesaban a otros. Todo en broma, claro.

Muchos acabaron dormidos por los bancos de la iglesia, y algunos usaron como baño la pila bautismal.

A la mañana siguiente cuando se acercaba la hora de que llegara la gente a seguir velando, los mozos se fueron a una cuadra que había allí al lado y nosotras fuimos a buscar agua para lavar la pila. Cuando, a las 10, a la hora de la misa, los mozos entraron llenos de hierba seca, el cura soltó una risa.

A raíz de esta historia se dejó de velar de noche y se decidió cerrar la Iglesia a partir de las 10 de la noche.

RECUERDOS DE ESCUELA, de Marta Dosal Díaz

 

Tengo varios recuerdos de la escuela de cuando era niña. 

La escuela tenía pupitres, y enfrente estaba la mesa del maestro, era una mesa grande y por eso la llamábamos “la mesona”. 

Durante un tiempo tuvimos a un maestro de Pesués, que era más malo... 

Jose Luis y yo nos sentábamos juntos. Recuerdo que una vez se le cayó el lápiz. Al agacharse a recogerlo, vio que yo tenía una goma del calcetín fuera, colgando. Eran bastante viejos, y estaban ya muy usados. Él empezó a tirar de la goma del calcetín y no terminaba. Nos empezamos a reír y como el maestro estaba justo enfrente nuestro nos castigó a los dos.

También tuvimos a una maestra de Selores, de Cabuérniga, que se llamaba Pilar. Era del Alzamiento Nacional. Ella se quedaba en una casa del Barrio de “La Caseta”, donde Peto y Lines.

Como una vez no supimos la lección nos castigó a ir un domingo a mediodía allí a decirsela a su casa. Eramos bastantes críos. Ella estaba en un prao, al lado de casa, leyendo un libro, y llevaba pantalones. Como ninguno habíamos visto nunca a una mujer en pantalones, al verla nos empezamos a reír y no hubo forma de que ninguno le dijeramos la lección. 

Nos dejó por imposibles...


ROMANCE , de Fidela Díaz García

 Un romance de juventud que aún suena muy divertido


Si yo estoy soltera

por novios no ha sido.

Yo, novios, los tuve,

más no sé porqué

a unos les notaba faltas

y a otros defectos;

unos me dejaron

y yo a otros dejé.

Qué guapo era Pepe, qué fino Manolo,

qué tipo el de Julio, qué guapo Joaquín.

Ricardo qué atento

y que bien tocaba

Rogelio el violín.

RECUERDOS DE NAVIDADES

 

                                                                    Foto: Manolo de Cos

Tres testimonios valiosos de cómo se vivían las fiestas Navideñas hace unos años.

 

LAS NAVIDADES de Meli Dosal Acebo

Mis mejores Navidades fueron las de mi adolescencia. No había muchas cosas que comer, pero teníamos tantas ganas de que llegaran esas fechas para juntarnos con el resto de la familia: mis tíos, mis primos...

Cenábamos, cantábamos, bailábamos... y sobre todo nos reíamos mucho. Qué felices éramos con lo poco que teníamos. 

 

AQUELLAS NAVIDADES de Tere Dosal Díaz 

Lo mejores Navidades que recuerdo eran las de mi niñez y nos juntábamos toda la familia. Eran los años setenta. Recuerdo que a principios de diciembre era cuando se hacía la matanza del cerdo y se curaban los lomos, las costillas, el chorizo... Cuando llegaba la Nochebuena y la Nochevieja se hacía una cena riquísima. Se mataba un gallo para la sopa y se freían patatas fritas, huevos, lomo y costillas. Para nosotros aquello era un manjar. 

 

LOS POLVORONES, de Marta Dosal Díaz

Los mejores recuerdos de la Navidad son los de mi niñez, cuando no juntábamos con mis tíos, con mis primos y con la única abuela que conocí. Recuerdo una anécdota de entonces, que estando yo en mi casa, me dijeron mis hermanos que el paquete ya había llegado y que lo buscase mientras ellos vigilaban, porque mamá ya lo había guardado.

El paquete se lo mandaba a mi madre una prima suya de Santander unos días antes de Navidad. Solían ser unos polvorones de esos ricos, de los que vienen envueltos en papel blanco. Mi madre, como no los podía comprar, cuando le llegaban los guardaba hasta que empezaban las fiestas. Pero aquel año los encontré. Le di un polvorón a cada uno de mis hermanos y lo dejé como estaba. Mi madre jamás se enteró.

 

A LA IGLESIA POR NAVIDAD, de Eva Sánchez Dosal

 


 

UNA ANTIGUA ORACIÓN que aún recuerda Fidela Díaz


A Fidela le enseñaron esta larga oración hace muchísimos años, apenas recuerda cuándo, pero continúa recitándola de carrerilla  cuando es necesario.

 
Señor mío Jesucristo, yo me voy a la cama

con el santo de mi nombre y el ángel de mi guarda.


San Pedro llavero, San Miguel pesa las almas.

Pésalas bien, San Miguel

que estas son siete palabras,

y el que las escucha

noches y días de perdón gana.


Aquel vaso que te di, lleno de manjar precioso

no lo comas con pecado, que si comes cada bocado

comes a Dios poderoso, él que es cordero y león,

y más vale vergüenza cara que mancilles su corazón.


Por la su cara preciosa ya os ofrezco, señora, los misterios del rosario.

Desde el portal de Belén, trece leguas al calvario.

Allí está la Virgen María parida,

allí llevan a San José agarrado por las manos.


Qué haces, doncella, ahí parida.

Aunque estoy aquí, doncella, no dejo de tener pena,

por ver al hijo de Dios envuelto entre paja y hierba.

La mula se lo comía, la vaca con cuerno llega

Oh mula, mal inclinada, la mi maldición te caiga.

Oh vaca, bien avenida, la mi bendición te siga.


Otro día a la mañana salieron a preguntar

¿Viste por aquí pasar, señor, una estrella columbrar?

Por aquí pasó, señora, antes del gallo cantar.

Caminemos, caminemos, por este Monte Calvario

que por bien que caminemos, ya le habrán crucificado,

ya le hincan las sujetas en su divino costado.


Jesucristo bajó al mundo con mucha serenidad

bajó el caliz y la hostia para ir a consagrar.


Los ministros van con él porque comen de su pan.

El uno era San Pedro y el otro era San Juan.

Mañana por la mañana os iréis a confesar,

os daré mi cuerpo y sangre para ayudar almorzar.


Cuatro bancos tiene mi cama, cuatro ángeles me la guardan

San Lucas y San Mateo, San Juan y el señor San Pedro


Dios que bendice la hostia, Dios que bendice el altar

Dios que bendice la cama en la que me voy a acostar.

Mi alma encomiendo al señor, a la Cruz Santa en la que murió.

Santa María vaya en nuestra compañía, la Virgen de Covadonga,

San Pedro, llavero del cielo, San Miguel pesa las almas,

pésalas bien, San Miguel que estas son siete palabras.

¡Ay Dios, quien las dijera!, cuánto se me arranca el alma ¡oh sepultura la mía!,

cuan olvidado os tengo, cuántos hombres y mujeres, sanos y buenos, se acuestan

y a la mañana, ¡Dios mio, cuántos aparecen muertos!.



No quiera, Jesús mío, que yo sea una de ellos

y que desde este mundo al otro vaya

sin los santos sacramentos.

miércoles, 6 de abril de 2022

COCINANDO RECUERDOS EN HERRERÍAS

 

Hay algunos ejercicios en el taller que nos sirven para estimular la memoria, y es imposible pasarlo a texto todo, pero serviré de “escribiente” para esas cosas que considere que pueden tener su valor en el patrimonio de Herrerías.

Una de las propuestas de hace unos días en el Taller era que rastrearan entre su recuerdos alguno de aquellos platos que alimentaron nuestro placeres y nuestros malos tragos.

Uno de los recuerdos más recurrentes es el de la JAREPAS o PULIENTAS, una sopa o papilla que se hacía con harina de maíz (algunos le echaban un poquitito de harina de trigo) y leche, y que se remataba con un poquito de azúcar.

Los TORTOS o tortas y el BORONO también ocupan una parte de esa memoria, pero es de las cosas que se ha ido recuperando y permanecen cercanas en la actualidad.

Nos parecía preciosa la imagen que compartía una de las participantes en al que nos contaba que lo más rico que comía de niña se encontraba en la tartera que llevaba su padre al campo y que compartía con ella: patatas, huevos fritos, torreznos... También ha sido un descubrimiento saber que este menú ha formado parte de muchas celebraciones, hasta en las cenas más señaladas como la Navidad o la Nochevieja, los HUEVOS CON PATATAShan sido siempre un manjar.

La leche, lógicamente, es protagonista en unos cuantos de estos recuerdos gastronómicos. Tal vez el más general es la rica NATA, ya sea antes o después de cocerla, con “azuquita” en un plato o una taza o a cucharadas, directamente de la cántara. También quien recuerda que se cocían en leche BUÑUELOS, y otro curioso recuerdo nos sorprende con la costumbre de mojar en la leche unas ricas MANZANAS ASADAS.

Al parecer, la golosina casera más socorrida era verter azúcar sobre la plancha de la económica hasta transfromarse en CARAMELO.

A veces tanto dlce suponía sus consecuencias y ha sido todo un descubrimiento el recuerdo claro y unánime que tenían alguno de los talleristas sobre el sanor desagradable de aquel jarabe que tenían que tomar en su infancia para los problemas de lombrices, el temible LOMBRIPU, al que hemos intentado seguir la pista sin éxito.  

Otra de las sorpresas que nos ha deparado la charla ha sido saber que en los momentos complicados para subsisitir se recurrió al consumo de especies que podríamos llamar, hoy en día, como exóticas: como son EL GATO y EL ERIZO. Éste último se dejaba oreando unos días para reducir el fuerte sabor de su carne, y sí, efectivamente, lo más complicado era el trabajo de quitarle su protección natural.

Algunas nos recuerdan la condición indiscutible de los viernes de vigilia, y que en muchos casos se arrastraba a todos los viernes del año, en el que el menú de ALUBIAS y TORTILLA DE PATATA estaba asegurado. Las alubias, en todas sus variantes, eran un plato muy recurrido, a diario en algunas casas, y también parece ser que era habitual los GUISOS DE PATATA en las cenas.

Otra de las delicias que han dejado su huella en la memoria de esta zona y que, al parecer, sigue apareciendo en algunas casas, es el de los COSCORONES, esos magros que quedaban tras fundirse las grasas del cerdo. La parte líquida obtenida era la manteca con la que se conservaban otros productos (chorizos, morcillas...) y los propios coscorones se comían tal y como salían o podían ser luego parte de otras recetas: tenemos en preparación la receta de las GALLETAS DE COSCORONES. Próximamente...

 

Han participado en esta recopilación

 Marta, Puri, Eva, Tere, Fidela, Mari, Meli, Mercedes, Luisa, Marga, Lola, Ana, Nucu, Encarna, Isabel, Yolanda... 

PASEO DE DOMINGO, de Marga

 

Eran los años sesenta. Yo vivía en un pueblo dondelas diversiones para unas adolescentes eran escasas, sobre todo cuando llegaba el invierno, así que lo único que nos quedaba por hacer era salir a pasear los domingos por la tarde.

Solía quedar con mis amigas a las 4 de la tarde en la plaza del pueblo para iniciar el paseo. El comienzo del “paseo” consistía en pasar por la taberna del pueblo para comprar dos paquetes de galletas y una cajetilla de tabaco. ¡Si, si! ¡Tabaco!... que nosotras éramos muy modernas.

Cogíamos la carretera y... ¡”palante”!, hasta llegar al puente donde acudían los chicos y chicas de los otros pueblos. Allí no había cine, ni baile, no había de nada. Solo nos quedaba ver pasar la línea de pasajeros que les llevaba hasta el tren. Ya que estábamos allí, dábamos unas vueltas y nos mirábamos unos a otros con disimulo, porque comunicación entre nosotros había más bien poca. Y vuelta de regreso al pueblo, a esperar hasta la semana siguiente.

NAVIDADES, de Marga

 

La Navidad se supone que es tiempo de alegría y reencuentros, pero a mí nunca me gustaron mucho. Al revés, siempre me ponía triste. En mi familia éramos pocos, siempre los mismos, por lo tanto terminaban siendo noches como otras cualquiera. Bueno, quizás cenábamos un poco diferente, pero nada más.

Después llegaba la fiesta de los Reyes Magos, que de “magos” tenían poco, o lo mismo es que eran pobres también, porque los regalos que recibíamos eran más bien pocos y siempre muy prácticos: eso de recibir juguetes... como que no.